Mientras tanto, autoridades en todo el planeta advirtieron de una escasez crítica de suministros médicos.
El gobernador Andrew Cuomo ordenó el viernes el cierre de todos los negocios no esenciales y que todos los trabajadores de giros que no son indispensables permanezcan en su casa, pero demoró la implementación formal hasta las 8 de la noche del domingo.
Él y el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, también exhortaron a enviar desde máscaras hasta batas, así como doctores y otros trabajadores médicos, a la urbe, y le pidieron al presidente Donald Trump que ordene que las fuerzas armadas asuman la logística de fabricar y distribuir los suministros médicos.
“No puedo decirlo de forma más contundente. Si el presidente no actúa, morirá gente que podría haber vivido”, declaró De Blasio al programa “Meet The Press” de la cadena NBC.
El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Alérgicas e Infecciosas y principal experto en el país en ese tipo de padecimientos, le prometió a la ciudad de Nueva York y a otros sitios muy afectados por la pandemia que los suministros cruciales no se agotarán.
Los artículos médicos están a punto de arribar y estarán “dirigidos claramente a los sitios más afectados que los necesitan más”, declaró Fauci al programa “Face The Nation” de CBS.
Pero Fauci y otros funcionarios de los servicios de emergencia no proporcionaron cifras sobre la cantidad de mascarillas y los otros artículos que van en camino. Cuomo exhortó a las autoridades federales a intervenir rápidamente mientras los estados más afectados ofrecen cada vez más dinero con tal de obtener suministros que escasean, en ocasiones duplicando o triplicando los precios.
En Washington, negociadores del Congreso y de la Casa Blanca reanudaron sus conversaciones en torno a un paquete de rescate económico por 1,4 billones de dólares, luego de que Trump les pidiera que llegaran a un acuerdo para estabilizar a la nación, cuya vida ha sido duramente trastocada por la pandemia. El mandatario parecía confiado en la capacidad del país para superar pronto el problema, aunque las autoridades de salud reconocieron que Estados Unidos está lejos de haber llegado al punto más álgido del brote.
En todo el mundo, más de 316.000 personas se han infectado y casi 13.600 han muerto, según la Universidad Johns Hopkins. Unos 150 países ya tienen casos confirmados, y se han reportado fallecimientos en más de 30 estados de Estados Unidos.
Hay más de 27.000 casos en todo el país y 375 muertes. De ellas, 114 han ocurrido en el estado de Nueva York, la mayoría en la ciudad del mismo nombre, donde hay más de 4.400 infecciones, aunque las autoridades advirtieron que la concentración podría ser más elevada, ya que se están realizando más pruebas y probablemente se detecten más casos.
Nueva York superó el domingo al estado de Washington, el epicentro inicial del brote en Estados Unidos, en el número de muertes. Sólo China, Italia y España han reportado más casos de la enfermedad COVID-19 que Estados Unidos.
Cuomo pasó el sábado revisando posibles sitios para construir hospitales improvisados y le pidió a los hospitales ya existentes que piensen en formas para incrementar el número de sus camas en al menos 50%, ya que las autoridades sanitarias pronostican que los casos de coronavirus que requerirán atención médica avanzada llegarán a 100.000 en el estado de Nueva York en el próximo mes aproximadamente, más del doble de la cifra actual.
A pesar del peligro que representa el virus invisible, los neoyorquinos seguían reuniéndose en grandes grupos en parques, jugando basquetbol o asistiendo a fiestas de barrio. Había escenas similares en todo el país.
Cuomo dijo sentirse sorprendido y molesto al recorrer la ciudad el sábado, y les dio un día a las autoridades municipales para pensar en un plan, ya sea cerrar los parques, cerrar las áreas de juegos infantiles o hacer que las calles sean sólo peatonales.
“Es insensible. Es arrogante. Es autodestructivo. Es irrespetuoso hacia otras personas”, afirmó Cuomo. “Tiene que parar y tiene que parar ya”.
Además de las cifras asombrosas, hubo otros recordatorios el domingo de que el virus no respeta a nadie. El republicano Rand Paul se convirtió en el primer senador federal en anunciar que estaba infectado. El astro de la ópera Plácido Domingo informó que tiene COVID-19, y la canciller alemana Angela Merkel se puso en cuarentena después de que un doctor que le aplicó una vacuna dio positivo.
En otras partes del mundo, el coronavirus seguía causando estragos. Italia e Irán reportaron nuevas cifras enormes de fallecimientos.
El primer ministro italiano Giuseppe Conte transmitió un mensaje en vivo por televisión para anunciar que estaba endureciendo las medidas restrictivas en la nación. Italia ya tiene más de 59.000 casos y 5.476 fallecimientos.
“Estamos enfrentando la crisis más grave que el país ha experimentado desde la Segunda Guerra Mundial”, les dijo Conte a sus compatriotas durante el mensaje a medianoche.
Fuente: AP